A la hora del te, entre las cuatro y las cinco, dependiendo de la posición del sol y de su reflejo sobre la luna, Super Purpurina decide qué crimen va a vengar, a qué desaprensivo pretende castigar hoy. Antes de salir para hacer justicia, se mira en el espejo: sus ojos son oscuros con brillos dorados, su piel tostada y su pelo largo y rizado - dicen sus amigos que se parece a la flor más exótica de un antiguo libro de botánica -. Con mucha delicadeza se guarda un bote de purpurina mágica en la manga izquierda de la chaquetilla. Se coloca una boina bohemia y sale en busca de la fatalidad.
Super Purpurina sabe que un ciego anda golpeando a los peatones con su bastón. Les golpea sin piedad por dos motivos: porque no les ve y porque ellos ven. Una de los poderes de su purpurina mágica es dotar de vida a lo inerte. Nuestra heroina camina dando saltitos, pequeños pasos de ardilla hasta que encuentra al ciego cruel, que en ese momento azota con violencia a un gato pardo. Entonces Purpurina se sube a la farola y deja caer su polvo sobre el criminal. En unos segundos los ojos del ciego, que estaban secos, se humedecen, y donde antes no veía nada, ahora ven al gato muerto.
Purpurina se felicita a sí misma por su rutilante triunfo.
2 comments:
Es un poco supervillana esta Superpurpurina :-)
y sobre todo cabrona. y todas las cosas malas de este mundo
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