Uno de los puestos abandonados del Mercado de Antón Martín, donde se encuentra el Cine Doré (sede de la Filmoteca Nacional), se transforma en un plató de tele.
Las cámaras y los focos dan glamour a las amas de casa que hacen la compra.
Ante este público, un cocinero bonachón y un cinéfilo con gafas de pasta preparan, todas las semanas, los mismos platos que aparecen en las películas proyectadas sobre la pantalla del Cine Doré.
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Plató de Cine hace del plató el mejor de los platos.
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