Wednesday, March 26, 2008

Reflexión

Pese a que exista algo llamado "destino lírico", el narrador de la vida no tiene ningún talento: los personajes están desdibujados, las situaciones son inverosímiles y existen demasiados momentos en los que la acción no avanza y se pierden todas las ganas de pasar a la página siguiente.

10 comments:

Anonymous said...

ese destino lírico tiene los dientes largos de tantas páginas apasionantes que están por venir.

y si no, que venga a discutir con mi azar simpático.

o si no que arregle cuentas con heriberto.

no es que los personajes estén desdibujados, es que se los lleva el viento nada más, a veces, en las tardes como ayer. y las hojas, las hojas ya están volando y se arremolinan y se juntan con mi bufanda.

Anonymous said...

necesitamos una tarde vivificante con javiera...

Anonymous said...

y tonificador lírico para la piel.

Anonymous said...

y todo esto para decir, que yo pensaba, sí, tal vez era demasiado pensar, que sí, que me acordé de pérec al leer esto pero todavía mejor y me dieron ganas de llorar.
inverosímilmente.

estupor es usted un genio, póngalo al pie de página, que yo me encargo del epígrafe.

Anonymous said...

ese flujo de conciencia tan nefasto... aléjese del nouveau roman y lea caligramas.

Anonymous said...

me propasé.

Anonymous said...

y lea la montaña mágica para desatascarse!

(voy a proponer para lateralvision la marca desatascadores montaña mágica)

Anonymous said...

soy el de las peinetas.....
nacho, "reflexión" es fantástico. No sabes cómo se van a poner d contentos tus nuevos fans, me han pedido que les mande toda la información de tus bolgs..... etc. besos!

camaradeniebla said...

la única trama es que no hay trama, que diría Auster.

Nicho said...

Muchas gracias OjO.
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Te leí hace días eso del "destino lírico". Ahora me acuerdo de una cosa que escribió Borges: en su entorno familiar, sus padres sobre todo, sabían que su destino sería literario. "Un destino literario", que duró ochenta años.
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No hay trama -dice Ana-, no se da en la vida la odiosa premeditación de la novela (Breton, lo he repetido otras veces).