Mi cama no es de esas modernas, a ras del suelo,
que te obligan a dormir como si estuvieras reptando.
Para entrar en mi cama hay que alzar bien las piernas,
como si fuera un caballo, como si fuera un coche antiguo.
Incluso, creo que me vendría bien un escalon
para subir a mi cama, para trepar hasta la cima de mi cama.
Mi cama se parece más al trono de un emperador moribundo o
de un gentelman inglés que pasa el verano en Eastanglia,
que a la alfombra mágica de Aladino o al tatami de un samurai.
Mi cama es un mueble occidental y del pasado. Una cama vetusta
donde podría haber dormido cualquier personaje de la novela realista.
Sin embargo mi cama me invita al sueño como un somnífero sublime.
3 comments:
Muy bueno, Estupor.
la perfecta vía de escape al realismo, entonces. ni sucio ni limpio. sueño sublime.
Me ha recordado a la poesía de González Iglesias, con cierto puntito doméstico y estupefacto :) ¡Besazos!
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